Antonio Machado describe en un par de versos de sus Proverbios y Cantares la diferencia entre la falsa cultura y la sabiduría: “Todo necio / confunde valor y precio”. Algo similar podríamos decir de quienes ahora cuestionan su obra con una lectura sectaria que aspira a borrar –por decreto– la cultura española en Cataluña. Acusar a Machado de ser hostil con los catalanes, manipulando sus opiniones en favor de la República, es como criticar a alguien por discrepar –civilizadamente– de sus semejantes. Un auténtico delirio que obvia los beneficios del intercambio cultural, que es el crisol que ha hecho a Cataluña tal como es: diversa. Machado entendía la cultura catalana como parte de la española –éste parece ser el pecado que no le perdonan sus inquisidores— y bebió sin problemas de algunas de sus fuentes para escribir su obra, donde se percibe la influencia de algunos de los mejores poetas y prosistas en catalán.
Archivo de noviembre 2017
La Andalucía desesperada
Los monarcas, antes de ceñirse la corona, ejercen como infantes. Detrás de cada rey, sobre todo si practica el absolutismo, no hay más que un niño cruel que desea imponer a los demás sus caprichos marciales. El debate de esta semana sobre el estado de la comunidad meridional, que versaba sobre la salud (maltrecha) de nuestra República Indígena, desveló que la Querida Presidenta sigue guardando en su interior el alma de una niña. Lo decimos con cariño y honda devoción, sin ánimo de ofender, no como en su día hizo (para su desgracia) el cura Chamizo. Lo aclaramos ante los malpensados.
El SEFF, toma XIV
El Festival Europeo de Cine de Sevilla (SEFF) cerró su XIV edición hace unos días con una de esas galas en el teatro Lope de Vega que tanto gustan a nuestros munícipes, encantados de aparentar un glamour que no se debe a sus méritos, sino a la coyuntura de estar en el sitio adecuado en el momento oportuno. En este caso, a cargo del presupuesto municipal, que es el que soporta todos estos circos. El SEFF, un proyecto del instituto cultural del Ayuntamiento (ICAS), empezó este año con mal pie por culpa de un plagio amparado por sus máximos responsables, que prefirieron insistir hasta el final en el error aunque el coste fuera perjudicar la imagen de Sevilla, y termina con un palmarés de premios donde se mezclan algunas películas que ya fueron galardonadas en otros certámenes anteriores -Cannes o Berlín, donde el equipo de dirección sondea la programación- con títulos políticamente correctos, donde las películas se seleccionan por su mensaje más que por sus cualidades artísticas.
La Noria del miércoles en elmundo.es.
El fin es el principio
La democracia representativa se basa en un acuerdo mediante el cual los ciudadanos delegan sus derechos políticos en los diputados electos de un parlamento, donde mayorías y minorías conviven de acuerdo al marco legal. Éstas son las reglas de la democracia formal. Lo que está sucediendo desde hace ya cinco largos años en Cataluña es la perversión interesada de este modelo: sus representantes han decidido dejar de respetar la ley e imponer unilateralmente un sistema de poder paralelo, autoritario y sin contrapesos cuya legitimidad ya no es jurídica, sino directamente marcial; basada en la agitación temeraria de la calle. Igual que en los peores tiempos de los totalitarismos fanáticos, cuando los caudillos se apoyaban, siempre a posteriori, en las hordas –en este caso nacionalistas– para validar los deseos personales del correspondiente sire o las resoluciones del pertinente comité de salud pública.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
Néstor Luján, ilustrado & hedonista
Para Sanz Irles, aviador acrobático.
A un hombre lo delatan sus vicios y lo definen sus pasiones. Néstor Luján, como cualquier enfant terrible, tenía dedicación plena las segundas y profesaba devoción entusiasta por los primeros. Solía decir que si no hubiera sido periodista le hubiera gustado pasar a la posteridad como lexicólogo. Estudió Románicas, claro. Las palabras le entusiasmaban casi tanto como los libros, a los que acogió en su biblioteca –la mejor hospitalidad empieza por uno mismo–, que acumuló casi 30.000 volúmenes, incluyendo las primeras ediciones que formaron parte de su singular lista de boda. Leía y escribía en tres idiomas –español, catalán y francés– y chapurreaba el gallego, aunque al elegir un seudónimo –Pickwick– optó por un personaje de Dickens. Nunca lo dijo así, pero lo suyo en realidad era la literatura comparada, que viene a ser lo mismo que decir universal. Podríamos calificarlo sin faltar a la verdad como un artista, pero él se definía a sí mismo como un artesano. Le gustaba divertirse con lo que hacía.