No hay amor más grande que el de una madre. Sobre todo, para los niños huérfanos. El cariño desmedido, y una cierta ceguera fruto del entusiasmo, explican que las huestes sindicales de la Marisma recibieran este jueves en Sevilla a la vicepresidenta del gobierno, Yolanda (Díaz), señora única del proceso de escucha y reina del comunismo mindfulness, como si fuera la Macarena. Justo el mismo día en que Olona, la Khaleesi degli ultramonani, que ya habla en primera persona del plural cuando se refiere a los andaluces, se fotografiaba con el uniforme gipsy –lunares y volantes– para publicitar su inmersión indígena ante el enfado de la Violeta Rodríguez, que en las redes advertía: “Macarena se disfraza para fingir ser lo que no es”. Ya saben, para algunos los lunares son un invento andaluz, igual que el flamenco, aunque el círculo (figura geométrica) sea tan antiguo como la necedad y los gitanos vinieran del lejano Indostán.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.