El Estado, como dejó dicho Paul Valery, no puede funcionar con la pura coerción o a través de la represión. Es necesario contar con fuerzas ficticias y mantener una insistente estrategia de seducción. La verdad –en política– no importa mucho si, mediante la administración de los espejismos, puede hacerse creer (a los votantes) en la prosperidad. Tal parece ser la hoja de ruta de la derecha en Andalucía, que un lustro después de su acceso al Palacio de San Telmo confía su presente y su futuro a la insistente propaganda (amable) que encarna el presidente de la Junta. No hay semana sin que desde el laboratorio del Quirinale se escriba un capítulo más del supuesto Quattrocento meridional, aunque las estadísticas (oficiales) lo desmientan.El fenómeno no deja de ser singular: con una mayoría absolutísima en el Parlamento de las Cinco Llagas, años de legislatura por delante y vacunado ante las interferencias de Vox, el gobierno del PP en el Gran Sur puede hacer casi todo lo que quiera. El problema es que, salvo aparentar un cambio que no existe, no ha sido capaz en estos cinco años de hacer demasiado.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.