La España de Nueva Planta, que es el proyecto político que se inicia con la tormentosa investidura de Pedro Sánchez tras sus acuerdos con los distintos independentismos, aboca a los socialistas que no forman parte del estrecho círculo de confianza de la Moncloa a la tarea (ingrata) de tener que predicar durante la legislatura que acaba de comenzar –y cuya duración es bastante incierta: dependerá de la evaluación continua que vayan haciendo en Suiza los nacionalistas sobre un fondo en el que ya se adivinan las elecciones vascas y catalanas– un nuevo evangelio ante una comunidad de creyentes dividida entre ateos, agnósticos y dudosos. “Hasta el último concejal tiene que hacer pedagogía sobre la amnistía”, ordena el prontuario de Ferraz. El problema, sobre todo en Andalucía, que va a ser unas de las zonas más calientes de la guerra territorial que ya se avista por el horizonte, es que semejante misión, además de interminable, igual que la penosa tarea adjudicada a Sísifo por los dioses, implica tener que ver a los presbíteros que hasta el 23J era católicos y romanos convertirse en anglicanos.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.