Los socialistas del Sur han abrazado, con entusiasmo onanista, la singular teoría del lawfare, esa forma de guerra política (importada) que recurre a los procedimientos judiciales espurios para acorralar a los adversarios. Tras el borrado del caso ERE, consumado por la mayoría progresista del Tribunal Constitucional, merced a una abstracción judicial que desprecia la verdad empírica, el expresidente socialista de Andalucía, Manuel Chaves, al que sus devotos piden que regrese a la política activa en vísperas de convertirse en octogenario, proclamó en la sede del partido –calle San Vicente de Sevilla, que no pisaba desde su imputación en la causa de corrupción–, “el principio del fin del ciclo de gobierno de la derecha en Andalucía”. Era un mensaje destinado directamente a los dirigentes del PSOE meridional, destrozados tras perder el escudo de defensa de los ayuntamientos y seis de las ocho diputaciones provinciales. Un ceremonial de autoafirmación con el que el actual secretario general, Juan Espadas, buscaba amansar las voces críticas que se han hecho oír tras la debacle de las europeas. Todo en vano: días después de la restitución simbólica de Chaves –convertido en un santo súbito, huérfano de hornacina– el Adelantado de Ferraz en el Sur recibía una oleada de reproches en el comité director del partido.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.