Si tuviéramos que resumirlo en pocas palabras bastaría con enunciarlo así: “Nunca hemos visto más rocieros (indignados y repentinos) que en la última semana. Gran parte de ellos, sin duda, son pensionados. Eso, se sabe. Todos, por supuesto, están muy ofendidos en su propio honor y también en el nuestro, aunque carezcan de título de representación por nuestra parte y no le hayamos otorgado nunca cédula alguna. No importa: cuando de lo que se trata es de defender una causa comunal, sentimental o identitaria, palmas o cánticos, incienso o sangre, los detalles deben quedar al lado. Mucho más si, además, insultan a tu propia Madre. Ha sido decir el Reverendísimo que es una afrenta lo que en ningún momento ha dejado de ser una anécdota (televisiva) para ver desfilar a todo el ejército de heraldos, priostes y monaguillos (éstos últimos sobrectuados, dada su vocación de obispos) del Quirinale para exigir perdón por la ofensa que TV3 y la Generalitat cometen con “Andalucía” al vulgarizar –en vez de sacralizar– a la Virgen de la Marisma. Laus Deo. Aquí suenan trompetas.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.