Umbral, ya se ha escrito aquí alguna que otra vez, hace tiempo que no arriesga, que va a lo seguro y que gusta, esencialmente, de repetirse –lo ha hecho siempre, pero antes lo disimulaba con maestría– y repetirnos lo mismo: las cantinelas de su ego, que cada vez son más las crónicas de sus fobias que otra cosa. El maestro que fue se evaporó hace mucho tiempo, instalándose en el plácido territorio del aburguesamiento literario. Ahora publica uno de los nuevos diccionarios de autor que edita Planeta. Ya han salido tres –magníficos– relativos a la Historia (José María Valverde), la Política (Eduardo Haro Tecglen), la Filosofía (Fernando Savater) y las Artes (Félix de Azúa).
La nube
El maestro Raúl del Pozo dejó dicho hace años: «De casa se sale meado y con los periódicos leídos». Nunca lo he olvidado. Para un periodista obviar estas dos obligaciones -la primera biológica; la segunda intelectual- es un fallo imperdonable. En el caso de un político, la regla podría formularse así: no te arriesgarás a perder una votación; especialmente si estás en el poder.
La Noria del sábado en El Mundo.
El desafuero
Todo ha sido consumado. Asombrosamente, con la misma estrategia que usó el peronismo en la Argentina de los años 40, cuando el régimen decidió regularizar el estamento judicial para que respondiera a los divinos designios del justicialismo convocando vacantes y procediendo al correspondiente juego de peones. Frente a quien proclamaba como dogma supremo el populismo social, la independencia de los jueces sobraba.
Las Crónicas Indígenas del lunes en El Mundo.
El malabarista del silencio
Se cumplen ahora diez años de la muerte de Italo Calvino, un escritor italiano nacido en La Habana, cuyos dos asideros vitales fueron la fábula y la ironía. Su estilo, sobrio, elegante, es de los que no hemos vuelto a leer nunca más por firma interpuesta. No es raro: Calvino era único. Le gustaban los anacronismos expresivos, la conspiraciones imaginativas, el malabarismo del silencio, los artificios engendrados gracias al ingenio y los aspectos insólitos del ser humano, ese animal que recubre con hojarasca psicológica aquello que quiere ocultar, que siempre es lo mismo: su propio desamparo.
Tributarios
Gobernar es decidir. Y votar consiste en elegir y arrepentirse. La subida de impuestos consumada esta semana por el gobierno local, que todavía está encantado de conocerse y, de a ratos, como diría Cortázar, se pellizca para cerciorarse de que todo lo que ha ocurrido en los últimos meses es real, está empezando a provocar las primeras discrepancias entre la Alcaldía y sus valedores institucionales. Es el caso del presidente de los empresarios indígenas, Miguel Rus, que ha recibido bastante mal las primeras ordenanzas fiscales de Espadas, orientadas a recaudar más de las grandes empresas y patrimonios inmobiliarios en vez de seguir sacándole dinero a las familias.
La Noria del sábado en El Mundo.
