Sevilla, ciudad generosa en tribus, cuenta entre sus naturales con un tipo sin parangón: el defensor ultramontano del patrimonio. Dícese de aquel que dedica su vida, sobre todo a partir de la jubilación, aunque en ocasiones antes, a dictarnos a los demás lo que debe ser la ciudad. En general, tienen una visión conservadora: su aspiración es darle la vuelta a las manecillas del reloj para devolver a Sevilla al tiempo heroico que han leído en determinados libros, no siempre académicos, sobre las cosas de aquí.
La Noria del sábado en El Mundo.
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