Acostumbra a creerse que leer ensayos, catalogados desde el punto de vista académico dentro de ese cajón de sastre que agrupa a memorias, biografías, epístolas y tratados, denominado el cuarto género –por suma sobre las tres formas aristotélicas clásicas de creación: la epopeya (narración), la lírica y el drama–, es una de las más provechosas costumbres de la madurez. La poesía y la novela serían, desde este punto de vista, moldes literarios más propios de la juventud o el ascenso vital, acaso por ese lugar común que relaciona el hábito de componer versos con el entusiasmo (pasajero) de la edad primera y asocia la peripecia con lo que Baroja llamó la lucha por la vida, que sólo termina con su antónimo: la muerte fatal.
Las Disidencias en Letra Global.
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