Una feria del libro se parece a la literatura tanto como un huevo a una castaña. Básicamente, no se asemejan en nada. Por supuesto, en ambas hay libros y, en algunas ocasiones, aunque esto tampoco deberíamos darlo siempre por supuesto, escritores. Pero tales coincidencias no significan necesariamente una equivalencia. O, por decirlo a la manera lírica, son golondrinas contadas que no hacen un verano. Quizás por eso, y por el inevitable hastío que acompaña a determinados rituales del periodismo cultural, cuyo adjetivo corre en estos tiempos el riesgo de invalidar el sustantivo que lo precede, ver la programación de Barcelona como ciudad invitada en la inminente feria del libro de Buenos Aires nos produce una sensación que oscila entre el aburrimiento y el hastío. Y en ningún caso, ni con ayudas tóxicas, nos provoca —como dirían en el Perú–entusiasmo. Sin duda, esta es una opinión subjetiva, pero no por eso deja de ser descriptiva.
Las Disidencias en #LetraGlobal.
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