Joseph Conrad, probablemente el novelista que mejores páginas escribió sobre la insondable tiranía del mar, definía la fortaleza de un hombre como una casualidad cuyo origen se debe a la debilidad de sus adversarios. En mitad del océano, cuando una tempestad amenaza con hundir tu nave, no tiene mucho sentido hablar de héroes. Sólo de afortunados supervivientes. Moreno Bonilla, el presidente de la Junta de Andalucía, se ha convertido tras el pasado 23J en el protagonista (involuntario) de una metamorfosis política análoga. Hace algo más de un año, cuando las urnas, y también un número importante de votantes del PSOE, le concedieron su mayoría absolutísima parecía Jasón. Y el Quirinale de San Telmo, el vellocino de oro. Catorce meses más tarde, y a pesar de haber desalojado a los socialistas de las alcaldías de las ocho capitales meridionales y conquistar seis de las ocho diputaciones provinciales, puede decirse sin temor a errar que se ha convertido en el único superviviente del naufragio en el que está inmerso un PP que, si no logra que Feijóo sea investido, va a ahogarse en la orilla.
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