Estimado prócer y general (secretario):
En primer lugar me permitirá, y si no quisiera hacerlo tampoco tiene importancia, porque la lengua es el territorio de la libertad, que prescinda de cualquier protocolo. No sólo por un ejercicio de rigor (llamar a las cosas por su nombre), sino porque en el reino del peronismo rociero, que es el que le encumbró a la magistratura de las Cinco Llagas, el dogma del igualitarismo (la igualdad es otra cosa distinta) sostiene, en contra de las evidencias, que todos -salvo Ella- somos parejos. Huelga pues lo de Excelentísimo y lo de Señor hasta que sus méritos lo confirmen. De momento, no es el caso.
Las Crónicas Indígenas del lunes en El Mundo.
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