Uno de los placeres de vivir en contra de la mayoría, además de escribir de noche y dormir de día, es leer libros a destiempo. Fuera de temporada. Al aire caprichoso del azar. En un mundo donde las falsas novedades gozan de un injustificado prestigio, parece casi una provocación echar el balón al suelo y buscar títulos recientes, pero no inmediatos. No nos referimos a los clásicos, que son esas obras que no envejecen porque contienen infinitas y permanentes lecturas, sino a libros que fueron novedad hace un par de años y que, debido a la dictadura de la sofocante producción editorial, están fuera de foco, que no es lo mismo que fuera de juego. Hace tres años, la editorial Arpa reunió en un breve volumen una colección de las gavillas que Francisco Rico, ilustre hispanista y maestro de impertinencias inteligentes, a la sazón catedrático perpetuo, escribió en prensa con motivo del IV Centenario de la publicación de la Segunda Parte del Quijote que, como es sabido, fue una conmemoración anunciada pero no celebrada, más allá de algunos actos protocolarios y la publicación de ciertas monografías, en general más magras que las dadas a imprenta durante el centenario de la Primera Parte. Lo que sin duda fue un trampantojo institucional, cuya herencia es la falsa tumba de Cervantes en el Convento de Las Trinitarias Descalzas, con unos huesos que son mera suposición, tuvo sin embargo la virtud de higienizar el espinoso campo de los estudios cervantinos, esa cofradía reverenciada y entusiasta. Se publicaron menos libros y más sustanciosos.
Las Disidencias en #LetraGlobal.
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