El expresidente Zapatero, al que el sanchismo ha rehabilitado –da la impresión de que a la desesperada– para intentar conjurar el nefasto pronóstico de las encuestas, dijo una vez una frase memorable: “La forma en la que llegas a un lugar condiciona todo lo que puedes hacer desde ese sitio”. Una afirmación exacta: en la vida corriente sucede exactamente eso. No es lo mismo conquistar una cima escalando en solitario que impulsado por el tercio familiar. Deber favores a otros reduce la libertad; concederlos, la amplía. Y reinar no equivale a mandar. El adelanto electoral del 23J, precipitado por Sánchez tras la debacle de las municipales, que en su momento trajeron a España la Segunda República y ahora parecen anunciar, hasta con metales sonantes, la definitiva decadencia política del PSOE creado en Suresnes, nos ahorró –a todos– seis meses de una campaña perfectamente estéril. Es evidente que el presidente del Gobierno no lo hizo por nuestro bien, sino en su beneficio: el precipicio era tan profundo y, quizás, irremediable que más valía un suicidio digno que una agonía a cámara lenta.
Los Aguafuertes en Crónica Global.