A la consejera de (Des)Empleo de la Marisma, Blanco (Rocío), le ha sentado regular, por no decir mal, que Sor Yolanda del Ferrol –“Amiguitos, hay que ponerlo todo en el centro”– bajara el domingo a Fibes –al antiguo auditorio omeya; los oldies heroicos no daban para llenar el aforo del extraordinario atrio de plata de Vázquez Consuegra– y dijera, en una de esas sesiones comunales de coaching que forman parte de su proceso de escucha, que la Junta no es capaz de ejecutar los presupuestos de las políticas de formación de los desempleados. Presta y veloz –ma non troppo, porque los fines de semana en el Quirinale no hay nadie de guardia o acaso empiezan a perder sus envidiables reflejos–, la antigua consejera de Cs (ahora designada por el PP Open Mind), puntualizaba el lunes que en 2022 se gastó el 78% del presupuesto –1.125 millones de euros– y, en el capítulo de los autónomos, los logros del SAE, que nadie conoce, alcanzaron el 90%. Lo decía como si fueran éxitos. Esto es: en serio. Dan ganas de aplaudir a estas dos women on top, ambas empoderadísimas, pero la verdad (del cuento) es que muchísimos desempleados de la Marisma no necesitan ninguna formación, porque tienen más, académica y vital, que bastantes políticos indígenas y muchos ministros, sino un empleo.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.