Madrid, rompeolas de todas las Españas, ha sido finalmente confinada por un Gobierno que lleva meses ignorando los efectos mortales de la segunda ola de la pandemia con el peregrino argumento de una cogobernanza en favor de las autonomías que no figura en la Constitución, y que es un simple señuelo para librarse de la inevitable erosión política ante la ciudadanía. No se trata de una distopía, aunque lo parezca. Es la realidad de la España del presente, cuyo futuro ha dejado de ser una hipótesis para convertirse en un imposible. Este lunes celebramos la Fiesta Nacional de una nación con más enemigos interiores que exteriores, sin nada en realidad que conmemorar, salvo nuestro suicidio como sociedad.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
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