El susanato es incompatible con los pobres. No porque nos traiga la prosperidad, sino porque en los momentos celestiales, como es el caso de la investidura (capítulo II), se cierran los parques. Dos días lleva clausurado por orden de la autoridad competente -susánida, por supuesto- el antiguo jardín silvestre del Hospital de la Sangre, convertido tras su reforma en un parquecillo institucional. Los transeúntes que lo llenaban de vida terrestre ya no tienen sitio donde ir.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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