Todos los sueños, incluidos los que se convierten en delirios, tienen un precio. Y alguien tiene que pagarlo para hacerlos realidad. Basta viajar a La Vegas, o pasearse por cualquier feria de pueblo, para descubrir que hasta las fantasías más excesivas terminan en el prosaísmo de una cuenta de resultados, un presupuesto o un impuesto. El ideal se degrada hasta convertirse en material. Las negociaciones para la investidura entre el PSOE y el independentismo catalán, que al implicar a dos marcas políticas encarece el coste de cualquier acuerdo, se han centrado hasta ahora en dos concesiones: la amnistía y el referéndum de autodeterminación. Ambos asuntos, que la coalición Sumar ya defiende abiertamente, en una mágica sintonía con la posición de Junts y ERC, y sobre los que los socialistas basculan según el día, concentran en exclusiva tanto a los negociadores (por ahora anónimos) como a quienes critican su simple formulación, por considerarlos inconstitucionales, injustos y lesivos para el interés general.
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