La cita es de Borges. Aparece en El oro de los tigres: “Un solo hombre ha nacido, un solo hombre ha muerto en la tierra. Afirmar lo contrario es mera estadística, una adición imposible. No menos imposible que sumar el olor de la lluvia y el sueño que anoche soñaste”. Lo mismo sucede con la familia y la vejez: cada una es diferente a las demás, única, pero entre todas ellas existe un vínculo natural nacido de la repetición categórica de la misma tragedia. Vivir solo, para las almas tiernas, puede convertirse en un drama; morirse es un quebranto, pero en ocasiones las vísperas, esa estación término que llamamos vejez, ancianidad, la decrepitud como espectáculo cotidiano y asombroso, son más terribles que la desaparición.De ambos asuntos versa la última novela de Álvaro Pombo, Retrato de vizconde en invierno (Destino), una ficción descarnada sobre los efectos que el paso del tiempo tiene sobre esa identidad que tratamos –en vano– de construir para satisfacción de nosotros mismos y general indiferencia de los demás. Este libro, distribuido en algo más de cuarenta capítulos breves, construidos a modo de distintas secuencias teatrales, cuenta la historia crepuscular de un intelectual octogenario –como el propio Pombo– que disfrutó de cierto prestigio social en los años de la Transición.
Las Disidencias en #LetraGlobal.
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