La cuestión podría formularse así: si quieres cultivar la discordia, cuéntanos lo que deseas, oculta aquello que realmente estás haciendo, disimula lo que no has sido capaz de lograr y elogia, sin tasa ni descanso, las virtudes del diálogo y la negociación. Ésta es, grosso modo, la fórmula del Quirinale para navegar en las procelosas aguas del 2024, al que desde aquí hemos bautizado como el año del prosaísmo. La controversia sobre el regreso de las mascarillas a los hospitales y centros de salud, colapsados por la suma de la ineficacia de San Telmo y los caprichos gremiales de muchos médicos, que han pasado de tratar a los enfermos como tales a recibirlos como si fueran enemigos, evidencia que cualquier cuestión, por secundaria y temporal que sea, será objeto de discordia perpetua entre un Gobierno preso de su propia minoría parlamentaria, y de los pactos de una investidura indigna, y una autonomía que, sin arreglar su propia casa, va a entrar en todos los charcos habidos y por haber.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.