“Un pronosticador poco sofisticado utiliza las estadísticas como un borracho usa las farolas: para apoyarse en ellas en lugar de para iluminarse”. La frase del escritor escocés Andrew Lang, autor de cuentos de hadas, describe bien la encrucijada del PSOE en Andalucía a cincuenta días para el adelanto electoral. El 28M deja una sensación de naufragio que ha dislocado a la organización. Los socialistas analizan la estadísticas, igual que el beodo de Lang, y no entienden nada. Miran a su alrededor y reciben el pésame (por adelantado). Revisan los números y dudan de si están en el fondo del pozo o sacando la cabeza. La batalla local en Andalucía ha significado un retroceso de 133.548 votos (3,56%). No parece una catástrofe, pero se siente igual. De hecho, en el reparto de concejales los socialistas todavía superan al PP, que después de la mayoría absoluta del 19J este domingo ha conseguido la hegemonía total en la gran autonomía del Sur. La derecha ancla sus reales en Andalucía –el PP ha crecido un 11%; Vox avanza un 2,5– pero los socialistas insisten en que no están enterrados. Tienen razón si la comparativa del 28M se establece con respecto a los comicios de hace once meses: el PSOE mejora nueve puntos y Moreno Bonilla baja cinco.
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