Decía Karl Kraus, sublime periodista austriaco, que un burgués no tolera en su casa nada que no entienda. Debe de ser verdad, porque una parte de los votantes socialistas en la Marisma, perfectos burgueses cuya rebeldía termina en cuanto disfrutan de la más leve canonjía, han decidido este 23J, en vez de prestarle otra vez su voto al Gran Laurel, encargado de garantizar a Feijóo una mayoría posible, devolvérselo al PSOE indígena, que sin ganar nada –cuatro diputados menos no es ningún triunfo–, mantienen un suelo electoral suficiente para aguarle la fiesta a los genoveses y, al cabo, recordarle a la corte (florida) del Quirinale que cualquier victoria, por rotunda que pueda parecer, apenas dura un instante. Que el PP ha pinchado en Andalucía es un hecho palmario: su mayoría (estadística) no cumple sus expectativas ni basta para conquistar la Moncloa, lo cual supone un desgaste para la baraka del Reverendísimo.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.