Julio Camba (1884-1962) explicaba la vida a través de miniaturas. No sólo, como acostumbra a recordarse cuando se le rememora, porque era la viva encarnación (en versión pontevedresa) de Bartleby, el famoso personaje de Melville, practicante de la filosofía del preferiría no hacerlo, indiscutible maestro del folio y medio, sino porque su industria –humilde, artesanal, mística– consistía en encajar toda la inmensidad del ancho mundo en la estrecha caja de un columna de periódico. “He adquirido la facultad de convertir todas las cosas en artículos de periódico. Ya pueden ustedes darme las cosas más absurdas: un gabán viejo, un par de gemelos de teatro, una máquina de afeitar, un pollo asado, un mujer bonita. De cada una de esas cosas yo les haré a ustedes una columna de prosa periodística, o si ustedes lo prefieren, les haré una columna de todas esas cosas juntas. El articulista es como un avestruz. El avestruz lo convierte todo en cosa de comer y lo digiere todo; el articulista lo reduce todo a un artículo de periódico”.
Las Disidencias en Letra Global.
