Las fotografías, escribió Susan Sontag, son testigos de la despiadada disolución del tiempo. Todos los días hacemos cientos de ellas pensando que así conjuramos las amenazas del reloj y el calendario. Ocurre lo contrario: al fijar en un archivo digital un fogonazo íntimo o cualquier evento colectivo levantamos acta de la destrucción cotidiana y anticipamos una pérdida.
La Noria del sábado en El Mundo.
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