León Felipe, que fue actor, boticario, gestor de hospitales, profesor y convicto confeso (por desfalco) antes de consagrarse como poeta, decía que la historia de la vida de cualquier hombre es una sucesión de cuentos, desde la cuna hasta el momento de la angustia final frente a la tumba. Es cierto: la existencia, salvo excepciones milagrosas, es un rosario de imposturas donde unos juegan (por interés) a creerse sus propias patrañas y sólo un grupo muy reducido de personas –la gente decente– se atreve a enfrentarse a la verdad, por amarga que ésta sea. En política abundan los primeros y escasean los segundos. Sólo así se explica la deriva hacia ninguna parte de la vida pública española, enredada con las obsesiones (y obstinaciones) del pasado y, en cambio, absolutamente ciega ante su presente, antesala de su futuro inmediato.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
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