Es cuento viejo: la industria editorial miente y las fajas de casi todos los libros, eso que los editores norteamericanos denominan blurbs, exageran. Ambas costumbres forman parte del arte de la promoción. De ahí su encanto, que no es excesivamente sofisticado: se trata de una variante de la fórmula ancestral, y siempre infalible, de obviar los defectos y amplificar al máximo los elogios, con independencia de la realidad. En política es una táctica que funciona: nada es más cómico que contemplar a un gobernante –o a un simple aspirante– hincharse dentro del traje cuando alguien (por supuesto a cambio del correspondiente óbolo) le dedica un rosario de halagos. Los elogios, en realidad, debilitan, aunque esto únicamente lo sabe la gente que es sabia e inteligente. Por supuesto, no abundan ambos caracteres.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.