El acuerdo europeo para financiar, mediante una mutualización conjunta de deuda, la crisis integral provocada por el coronavirus es un pacto político de mínimos, aunque haya quien, optimista casi siempre por interés, prefiera interpretarlo –y pregonarlo– como una alianza de máximos con la habitual narrativa superlativa. Bajemos el balón al suelo. Sobre la claque que recibió en la Moncloa a Pedro I, el Insomne con aplausos (a ellos mismos) no incidiremos en este aguafuerte. Es mejor obviarla: cuando se confunde la política con una verbena se cae en el más absoluto de los ridículos. El pacto entre los jefes de Estado, sin duda, es histórico: una familia que decide endeudarse junta, en el fondo, aspira a seguir conviviendo, aunque en su seno falte la concordia y abunde la desconfianza. Todo lo demás del acuerdo, en cambio, nos parece un triunfo discutible. Desde las cifras oficiales, a su impacto sobre España, que es el país europeo donde los rebrotes y los quebrantos económicos derivados de la pandemia van a causar estragos más perdurables.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
Deja una respuesta