No corren buenos tiempos para casi nadie. Sobre todo, para quienes deben hasta la camisa. Somos todos. Aunque ni lo sospechemos, hay quienes se han endeudado en nuestro nombre; oficialmente por nuestro bien; en realidad, contra un porvenir que ya no existe sino bajo la forma de un pagaré infinito. Nuestros políticos rescatan a la banca con dinero público, blindan sus privilegios y nos endosan la correspondiente dolorosa bajo la forma de despidos, salarios imposibles y recortes de servicios públicos. No es magia. Son los efectos de la mala política, a la que durante décadas hemos dejado todo el terreno libre.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.
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