Si Elio Antonio de Nebrija, natural de un humilde pueblo de Sevilla y padre de la primera gramática castellana, dejó escrito –dicen que siguiendo a su maestro– que la lengua propia es la inevitable compañera del imperio, el anuncio del presidente de la Junta de Andalucía de imponer –por vía reglamentaria– el uso de las hablas andaluzas en las instituciones, los colegios, las universidades y los medios de comunicación, instancias todas ellas dependientes de los presupuestos autonómicos, merece entenderse, más que al modo de una ocurrencia pasajera, como la enunciación de una inquietante y asombrosa vibración de orden colonial, aunque de momento se limite a las fronteras (inexistentes) del Mediodía español.
¿Existe el idioma andaluz? Evidentemente, no.
Los Cuadernos del Sur en La Vanguardia.