Juan Valdés, humanista del Renacimiento español y autor del Diálogo de la Lengua, escrito en 1533, sostenía que una de las causas de la “negligencia que tenemos en el escribir bien la lengua castellana es la ignorancia de la lengua latina”. Si conoces bien a los padres, muy probablemente conocerás también a sus hijos, y viceversa, aunque unos y otros sean individuos distintos. El rechazo de cualquier linaje familiar es una forma más de conocimiento, aunque sea antagónica a la devoción. Es sabido que el español, que es una realidad objetivamente distinta al castellano, porque acoge todas las múltiples formas de hablarlo y escribirlo, desde las estrictas variaciones peninsulares a las hablas transoceánicas, procede del latín y de la herencia, hermosamente viva, del griego clásico, junto a abundantes aportaciones léxicas del árabe y de otras culturas, como la sefardí. Nuestro idioma está hecho gracias a un crisol de influencias, contaminaciones y decires, por recurrir a un arcaísmo clásico.
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