Uno de los atributos de Dios, según el Evangelio de San Juan, es haber creado el universo y las cosas mediante su mera designación. “Al principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Todas las cosas fueron hechas por el Verbo, y sin el Verbo no ha nacido nada de todo lo que existe. El Verbo es la vida y la vida es la luz de los hombres”. En el Quirinale, donde el catolicismo es esencialmente atmosférico, alguien ha debido memorizar este pasaje, acaso tras escucharlo en misa, y concluir que lo mejor para ahuyentar el fantasma Ayuso –que puede aparecerse este 28M bajo la forma de una victoria insuficiente o discreta– es convocar una tómbola (sin premio) para ponerle un nombre alternativo al Hospital Militar de Sevilla, que tiene el suyo propio desde que se construyó: Vigil de Quiñones. San Telmo pretende entretener al personal del SAS haciéndole elegir la nueva denominación. Participar sale gratis, pero también es una frivolidad si tenemos en cuenta que el nombre no cambia la cosa y estamos inmersos en la batucada de la privatización (nada encubierta y sin debate parlamentario) de la sanidad pública tras la orden del Reverendísimo que permite que las empresas privadas colonicen los centros de salud y los hospitales públicos. “Las tinieblas son tinieblas” –escribe el evangelista (del Apocalipsis)– “porque nunca ven la luz”.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.