En algún momento, cuando esta pandemia haya pasado –si es que pasa–, y la pesadilla se convierta en un mal recuerdo, convendría preguntarse los motivos por los que en España el juicio de un científico, un médico o un virólogo vale exactamente lo mismo, e incluso menos, que la opinión de un hostelero o del presidente del gobierno. Entre ambas existen notables diferencias. La primera, en general, obedece al contraste de datos, parte de un análisis lógico y se guía por una cierta noción del interés general –ese unicornio político– que, aunque pueda no ser exacta, acostumbra a ser compartida. La segunda, en cambio, tiende a ser parcial e interesada. Incluso fenicia. Depende de la caja registradora o de las encuestas. Que no entre el dinero o votos siempre es un gran problema. Para ellos.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
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