No hay como tomar dos tazas de algo para apreciar su sabor. Ocurre con la sopa, el ajoblanco, el consomé –ese entrante que tanto gustaba a nuestros abuelos– y con los nacionalismos de las Españas, que ya no se conforman con condicionar la política doméstica, sino que aspiran a exportar la desazón identitaria. Esta última semana se ha oficializado el próximo desafío al Estado que el infatigable aldeanismo de parroquia tiene previsto consumar durante los próximos dos años. Ocurrió en Vitoria, sede de la autonomía vasca, donde la mayoría formada por el PNV y Bildu, siguiendo al pie de la letra el modelo transversal del soberanismo catalán, ha iniciado el camino que, según la retórica de los sacerdotes de la patria, debe conducir a Euskadi desde el autonomismo a la independencia. Agárrense, que vienen curvas.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
Deja una respuesta