La ley de la gravedad, en política, rige igual que en física: todo lo que sube antes o después desciende, bien sea en términos exactos o en magnitudes relativas. La foto electoral del 23J en la Marisma perfila el reverso de la curva (hasta ahora ascendente) de la derecha en Andalucía. Da la impresión de que, casi un lustro después de alcanzar el Quirinale gracias a la Grande Carambola, la inercia empieza a agotarse. El Reverendísimo venía de ganar dos guerras electorales consecutivas en el último año. Primero, el paseo triunfal (con absolutísima) del 19J. Después, la fértil batalla de las municipales del 28M, en la que conquistó la alcaldía de todas las grandes capitales y seis de las ocho diputaciones provinciales. El cielo parecía no tener límites para el Gran Laurel. Todo le acompañaba: las tendencias, los sondeos y la calle. Esta última semana de campaña, en la que el PSOE ha logrado establecer un marco ambiental favorable a sus intereses y movilizar al electorado de izquierdas (aunque fuera por separado), en buena parte gracias a los tropiezos de Feijóo, ha hecho que la marea azul se retraiga y las olas pierdan ímpetu al enfrentarse con la escollera.
Las Crónicas Indígenas en El Mundo.