La política posmoderna, según se ejerce ahora en España, nos conduce de nuevo a la senda del tribalismo, el orgullo de los pueblos, los surcos de la aldea y el vientre familiar. Es toda una paradoja: los políticos nos han dejado huérfanos frente al naufragio de la crisis pero exigen que nos sintamos parte de una única comunidad de creyentes donde los verdaderos principios, como le sucede al Dr. Stockmann, el personaje de El enemigo del pueblo de Ibsen, son un estorbo. No es casual.
Las Crónicas Indígenas del sábado en El Mundo.
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