Los sacerdotes de la Santa Constitución, que forman una galaxia compleja y contradictoria, con sensibilidades y opiniones para todos los gustos, igual que en las antiguas boticas, son tipos curiosos. Amparados en los galones académicos, y a veces sin ellos, son perfectamente capaces de decir una cosa y la contraria sin pestañear. En esto los ilustres constitucionalistas se asemejan a los economistas, esos gurús prestos a explicarte, sin dudar ni un punto, como diría Cervantes, los motivos exactos por los que sus diagnósticos erraron, de forma que sean las circunstancias –y nunca ellos– las que soporten el descrédito. El refrán sostiene que la ignorancia es osada. Es verdad. Pero no menos que el conocimiento interesado, que campa a sus anchas por las universidades y los foros políticos de las Españas.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
Deja una respuesta