o más bien dejando de vivir, es que los lemas positivos, las frases motivadoras, como se dice ahora, apenas duran un suspiro. Se evaporan nada más ser enunciadas. La realidad las destruye instantes después, convirtiéndolas en muestras de impotencia. Ha ocurrido con los dos eslóganes gubernamentales sobre esta pandemia: “Este virus lo paramos unidos” y “De esta crisis saldremos más fuertes”. Al principio parecían buenas ideas, pero tres meses después del encierro general, y pese a la competición entre las autonomías para adelantar las fases de la desescalada, se antojan no solo fallidas, sino falsas. Los buenos deseos no equivalen a la realidad. Unidos, desde luego, solo lo estamos en la desgracia, bien bajo el ancestral ritual del funeral colectivo –esta crisis ha matado a gente que no hubiera muerto si las cosas se hubieran hecho bien– o por la amenaza económica –esa lucha por la supervivencia– que afecta a todos los sectores, proyectos e iniciativas.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
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