Contemplar la agenda oficial de eventos del Ayuntamiento de Sevilla alojada en su página web es la mejor metáfora de la situación anímica en la que se encuentra esta ciudad. Sólo aparecen dos previsiones y ambas están desfasadas: la festividad de San Fernando y el Corpus. Extraordinario. Cualquiera que quisiera diagnosticar el pulso vital de la Sevilla oficial se encontrará con este panorama metafísico: el vacío. ¿No pasa nada en Sevilla en julio?
El séptimo mes del calendario gregoriano nunca ha sido un periodo de alegrías: hace demasiado calor, Sevilla es un espacio hostil e inhóspito tanto para el indígena como para el foráneo pero, por lo que se atisba, nuestro querido Consistorio, en lugar de intentar que las cosas sean de otra manera, ha decidido entregarse a la resignación, esa cualidad tan cristiana. Están bastante tranquilos. Entre otras cosas porque los hoteleros, hosteleros y demás gremios turísticos ya no claman –como hacían antes– pidiendo que la institución haga algo para atraer turismo e ingresos a Sevilla. Sesteamos en una calma chica.
Lo más curioso de la web municipal es que, pese a ofrecer este lacónico panorama de actividades, sus títulos siempre aparecen en inglés. Todo un contraste: Estamos muertos pero hablamos la lengua de Shakespeare. Si la página está pensada para los turistas resulta extraordinariamente pobre, pero, si se ha hecho así teniendo en cuenta que los ciudadanos cada día hacen más trámites a través de internet, ciertamente la plataforma de servicios digitales que ofrece el Ayuntamiento hispalense no parece excesivamente eficaz. Ni siquiera presentable.
Esencialmente funciona como una plataforma publicitaria de los logros municipales. Igual que los canales de las teleoperadoras. Como no hay demasiadas gestas que contar, más allá de los famosos golpes de efecto, su contenido se reduce a una serie de enlaces tristes que remiten a las antiguas webs municipales, la mayoría de ellas con documentación vieja y una calidad gráfica lamentable. Todo es epidérmico: ni hay información de los proyectos municipales –que no existen, pese a las promesas de la Alcaldía– ni más datos sobre la gestión diaria de la ciudad que algunas notas de prensa oficiales. Talento, no se aprecia.
Los expertos dicen que en internet no hay lectores, sino ciudadanos que escanean la información. Yo no estoy muy de acuerdo. Pero en el caso de la web municipal ni siquiera puede hacerse una lectura en diagonal. No existe en ella nada que contar, hay poco que mirar y, en general, demasiado que bostezar. Más que la referencia en la red de una urbe que se reclama capital del Sur de España, la web municipal parece el sitio digital de un pueblo, donde cada concejal del equipo de gobierno planta sus propios proyectos. Mientras más grandes de tamaño, mejor. Que luzcan.
El último que lo ha hecho es Gregorio Serrano, el edil múltiple (Turismo, Fiestas Mayores, Comercio, Economía y Empleo), que se ha inventado, con uno de los gremios de cámara, un sello de calidad para vender las tapas sevillanas y ensalzar las inmensas virtudes de la gastronomía local. Por eso el encabezamiento de la web municipal es una fantástica carrillada al vino tinto, lo que, aunque no negaremos que es una visión sugerente cuando llega el mediodía, provoca la incomparable impresión de estar ante la carta de tapas de un bar cualquiera, no frente a una institución pública. Las licencias estilísticas tienen un límite.
También hay un enlace directo a Giralda TV, la televisión municipal que el gobierno de Zoido ha fundido en negro después de dos años de deshojar la margarita sobre si la mantenía abierta o no. Al final, aunque alguien ha debido llevarse un gran disgusto –se queda sin juguete–, se ha optado por un cierre técnico, casi cautelar. En realidad, si somos sinceros, no hace demasiada falta: sale mucho más económico comprar a la mayoría de los medios existentes con campañas publicitarias institucionales, que siempre ha sido el sistema sevillano. Te pago y me quieres. Algunos llaman a eso periodismo de excelencia.
En la presentación institucional de la web nos habla directamente el alcalde Zoido (Juan Ignacio). Entre otras cosas nos dice que Tartessos, la elogiada civilización minera que habitó en el Sur de España antes de la romanización, era “innovadora”. Después, por supuesto, nos elogia las virtudes, sin explicarlas del todo, del extraordinario “talento” sevillano, concepto que repite hasta en tres ocasiones en cinco líneas. Nos promete que su gobierno será austero y creativo. Y, como colofón, proclama al mundo digital su conocida obsesión política: “Que la ciudad funcione por encima de las ideologías”. El reloj suizo.
Si tenemos que juzgar a partir de su web –metáfora digital de la ciudad– este objetivo dista de estar cumplido. El tono de sus deseos, por otra parte, es marcial: el regidor no invita a los ciudadanos a participar con interés en la gestión municipal, siquiera de forma retórica, sino que formula su deseo de que le apoyemos en su tarea de construir una Sevilla mejor como una imposición vehemente: “¡Aquí vamos a participar todos, para llegar a ese punto trazado en el horizonte!”. A sus órdenes, señor alcalde. La imagen del horizonte no está mal. Resultaría hasta lírica si no fuera porque el de Sevilla es tan plano como el Chato de la Isla.
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