Nadie como Ortega y Gasset, uno de los escasos filósofos españoles, ha descrito mejor, y en una sola frase, el espejismo del centralismo político: “A seis kilómetros de Madrid, la influencia cultural de Madrid termina, y empieza ya, sin transición ni zona pelúcida, el labriego absoluto”. La cita, extraída de La redención de las provincias, un libro que reúne artículos publicados entre 1927 y 1930, durante la etapa civil de la dictadura militar de Primo de Rivera, proclama la necesidad de superar la mentalidad provinciana que, a juicio de Ortega, impedía la implicación real de los españoles en un proyecto nacional. Hay quien interpreta esta idea, furiosamente crítica con los localismos de su tiempo, como un respaldo por parte del filósofo al concepto de las regionalidades, teórico embrión de las posteriores autonomías. Ortega analiza la descomposición interna del Estado canovista –un poder central muy condicionado por el caciquismo rural– y defiende la creación de nuevas estructuras políticas, instrumentales y alejadas de nuestra más negra herencia ancestral.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
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