Los relatos sobre la Guerra Civil componen una compleja y extraña partitura en la que las notas, en algunos casos bajo la forma del ruido estridente, tienen tanta importancia como los silencios. Ambos cuentan. La narración oficial del conflicto, que los ganadores presentaron como una cruzada, es un primer movimiento de tono wagneriano, obsesionado con justificar la rebelión militar y obviar las escenas de exterminio sistemático. Los perdedores, primero en el exilio, y mucho más tarde gracias a la restauración de la democracia formal que gobierna España, desarrollaron sus propios argumentos en una segunda pieza, en la que se rinde tributo a los caídos ante el fascismo y a aquellos que tuvieron que marcharse huyendo de un régimen asesino, cerril y bendecido por la Iglesia católica. Los testimonios de la tercera España, entre ellos los deslumbrantes textos de Chaves Nogales, no han podido llegar a las academias, los foros y las librerías hasta demasiadas décadas más tarde. En ellos se cuenta la Guerra Civil más amarga: la de quienes se sabían perdedores ganasen unos u otros.
Una crónica para elmundo.es.
Deja una respuesta