En el principio fue la palabra. La filosofía y Dios vinieron luego, antes que la ciencia, sustituida más tarde por la dictadura de una tecnología que, al pensar por nosotros, corre el riesgo de convertirnos definitivamente en estúpidos. El pensamiento de Emilio Lledó (Sevilla, 1927), tanto en su versión escrita –los libros– como oral –la palabra pronunciada en un aula–, es una lucha pacífica contra esta amenaza. Una suerte de espiral luminosa que, desde lo terrestre, asciende, aparentemente sin esfuerzo, hacia la cumbre del entendimiento. Un viaje desde el sentido íntimo de las palabras en dirección a las ideas puras y a los conceptos, tan queridos por Platón y Aristóteles, pilares de la filosofía griega sin los que no se explica ni el pasado ni el presente, y a los que el viejo profesor ha visitado a lo largo de su vida con la familiaridad de quien, desde el principio, supo sumergirse en el asombroso océano infinito de las lenguas clásicas.
Las Disidencias en #LetraGlobal.
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