Estimado prócer y acordado regidor: Sevilla es la ciudad de la doblez y los sobrentendidos. Un predio húmedo de brea, pez, sebo y aceite donde el cinismo se practica como si fuera una de las artes de la marinería. Al contrario de lo que cree el vulgo, esta variante de la impostura no es rebeldía. Supone, más bien, conformismo: el de quienes creen que nada importa si, a cambio de no mover un dedo, se ahorran litigios y, de camino, igual recaudan alguna dádiva de provecho gracias a las desgracias del prójimo. El método corriente, V.M. lo ha padecido, es ponerse de perfil, mirar para otro lado, guardar silencio y simular no conocer a quien te saluda por la calle.
La Noria del sábado en El Mundo.
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