El mundo sigue vuelto del revés. Los británicos se han despedido de Europa con un Brexit súbito pero nos han legado Gibraltar –por supuesto, sin renunciar a su soberanía y endosándole a España la negociación sobre los privilegios fiscales de la Roca– y una nueva cepa del coronavirus más mortal y contagiosa. Como nadie tomó a tiempo medidas de control en los aeropuertos –este Gobierno fleta aviones para trasladar en secreto a los inmigrantes de Canarias, igual que hacía Rajoy–, bastó el arribo de un par de pasajes desde Inglaterra para que la nueva versión vírica de la pandemia, que según Fernando Simón iba a ser “marginal”, sumada a la devoción familiar, secular costumbre de nuestras Navidades, haya disparado el número total de contagios, muertes y desesperación hospitalaria en todas las Españas, tanto en las vacías como en las diferenciales.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
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