Decía Proudhon, que fue un filósofo anarquista francés, idealista del mutualismo y célebre por su afirmación de que toda propiedad es un robo, que ser gobernado implica ser “observado, inspeccionado, espiado, dirigido, regulado, escriturado, adoctrinado, sermoneado, verificado, estimado, clasificado, censurado y ordenado por seres que no poseen los títulos, el conocimiento ni las virtudes apropiadas”. Es una verdad como una catedral. Lo constatamos al descubrir que la Generalitat de Torra, intelectual del supremacismo, autorizó que una panda de dogmáticos de la inmersión lingüística –por supuesto, subvencionados– espiara a los profesores y a los alumnos en los colegios de Cataluña para comprobar si en las aulas y en el recreo usaban el catalán o el castellano para entenderse.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
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