El pasado miércoles, la Unión Europea, que es la luz (de gas) que nos alumbra, dio por terminada la crisis económica. Lo hizo diez años después del gran crack y por decreto, que es como —dicen los publicistas— deben hacerse estas cosas para evitar que las opiniones críticas se consoliden. Eligieron una fecha redonda e hicieron una proclamación oficial de victoria. “Europa está en forma”, afirma el comunicado de la comisión, donde no se admite ningún error en la gestión de la debacle colectiva. El sepelio oficial de la recesión, lejos de significar una alegría, nos llena de dudas. Especialmente una: ¿sigue viva Europa? Nos referimos, claro está, a aquel proyecto político surgido para enterrar definitivamente los negros recuerdos de las dos guerras mundiales del pasado siglo.
Los Aguafuertes del lunes en Crónica Global.
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