EN 2012, el presidente de la Fundación Atarazanas, José Manuel Núñez de la Fuente, declaraba: «Agradezco muchísimo a la Caixa la sensibilidad, racionalidad e inteligencia con la que ha planteado el Caixafórum para que los sevillanos tengamos la suerte de contar con un magnífico contenedor de cultura. Todos sabemos de lo que es capaz la Caixa. Hay que tener mucho valor para meterse en este atolladero. El Caixafórum será el más especial de todos los existentes. El proyecto respeta y es coherente con las Atarazanas, que no sólo serán una plaza pública turística, sino objeto de interés por el relato de su historia». Minutos antes, la entidad financiera y la asociación privada, ahora crítica con la rehabilitación de los antiguos astilleros, firmaban un convenio merced al cual la Caixa les encargaba un proyecto sobre la historia del edificio del que no se ha vuelto a saber nada. El derroche de adjetivos obedecía al óbolo, de tal manera que lo que un año antes era una iniciativa destructora del patrimonio impulsada por un diabólico banco se había convertido en la Capilla Sixtina.
La Noria del sábado en El Mundo.
josé rodríguez dice
Genial, Carlos. coincido plenamente