El destino de todas las postales turísticas, igual que el de los seres humanos, es envejecer pronto. Ser abolidas. Pero, al contrario de lo que exige la épica del rock & roll, sin dejar siempre un bonito cadáver. Ninguno lo es, como todos sabemos. Todos los paisajes idílicos que prometen la felicidad instantánea son como fósiles hechos con sueños rotos. Distopías que, en lugar de proyectarse hacia el futuro –alimentadas por ese sentimiento que llamamos esperanza–, muestran la certeza del desengaño como una invariante cultural: otros, mucho antes que nosotros, también creyeron que alcanzarían el progreso y la felicidad. Probablemente no exista ninguna otra ciudad como Los Ángeles que haya encarnado mejor, durante más tiempo y sobre un mismo espacio urbano, estas dos caras de la humanidad: el mito del paraíso y la rotunda evidencia del vertedero. La megápolis de la Costa Oeste es la residencia por antonomasia de los sueños seguros y congelados. El hogar de los ideales convertidos en pesadillas. Una metáfora de lo que ambicionamos ser y de lo que, en realidad, acabaremos siendo. Y ningún libro cuenta mejor este tránsito que Ciudad de Cuarzo, el prodigioso ensayo escrito por Mike Davis hace treinta años que la editorial Arpa recupera ahora –en su versión actualizada, datada en 2008– con traducción de Raquel Reig. Se trata de una obra seminal, que ha hecho escuela y creado abundante descendencia.
Las Disidencias en Letra Global.