Decíamos ayer, a la manera de Fray Luis, que a Espadas le convenía explicar, por su bien y el de todos, que en esto coinciden, su tibieza con el procesamiento de los agentes de la Policía Local. No lo ha hecho, ni alto ni claro, en sus 100 simbólicos días. La primera conclusión está clara: este alcalde va a caracterizarse más por sus elocuentísimos silencios que por su oratoria, que ya sabemos que es materia muy de su gusto. La estrella que guiaba sus pasos parece haberse extraviado. Ha sido rebasar la cifra exacta, y recibir visitas inquietantes, y comenzar el vértigo.
La Noria del sábado en El Mundo.
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