De niños, cuando aún no levantábamos un palmo del suelo, los cuentos de terror y espanto que nos contaban para asombrarnos nos parecían historias irreales, sin saber –eso llega más tarde, como tantas otras cosas– que no eran más que augurios narrativos de los horrores que iríamos descubriendo con el transcurso de los años. Madurar, entre otros desengaños, consiste en descubrir que, lejos de ser fábulas o ficción, estos relatos escondían, igual que sucede en un juego cifrado, la verdad de quienes, antes que nosotros, se hicieron la misma pregunta: ¿Por qué en España tenemos una lista tan larga de exiliados? ¿Qué sucede en este país donde, sea cual sea el corte temporal en el que nos fijemos, aparecen dos bandos enfrentados? ¿Por qué el relato de lo que somos está lleno de vencedores y vencidos? Es la eterna historia de las dos Españas, con permiso de la tercera, que sigue siendo una grandísima desconocida.
Los Aguafuertes en Crónica Global.
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