Chile es un sitio curioso. En cualquier mapa aparece como una lengua de tierra con más de 6.400 kilómetros de costa, atrapada entre los Andes y el Pacífico. Al Norte alberga desiertos; por el Sur alcanza el Antártico. Hacia el Este se extiende bajo la forma de un misterioso territorio insular. Es un país delgadísimo: entre 90, en su punto más estrecho, y 445 kilómetros, en el más ancho, separan el océano de las cumbres. Para colmo, está lleno de poetas. Algunos, como Neruda o Nicanor Parra, son jalones de la poesía escrita en español. Otros, como Pablo de Rohka o Gabriela Mistral, han tenido una influencia más discreta que no se corresponde con su extraordinaria calidad. Entre la canonización popular y el aprecio crítico se esconde otro cercano desconocido: Vicente Huidobro, acaso el poeta vanguardista, junto al argentino Oliverio Girondo, más interesante de las primeras décadas del siglo XX.
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